Por qué debería leer ‘Orgullo y prejuicio’ en el siglo XXI

Imagen de : Sello Suranjali

Esta novela va más allá de los postulados de la era romántica de la literatura a la que pertenecía su escritora y va más allá de la trama romántica tradicional para tocar y servir de crítica a importantes cuestiones sociales que envolvían a la sociedad británica cuando ésta se adentraba en la era victoriana. A través de una ingeniosa sátira, su autora, Jane Austen, toca temas como el amor, la apariencia frente a la realidad, las cuestiones sociales de clase, la educación -sobre todo de las mujeres-, el matrimonio, la sociedad y, por supuesto, los temas del orgullo y los prejuicios.

Jane Austen observó y escribió sobre la vida cotidiana de la gente corriente. Eran personajes que la gente veía en ellos y a su alrededor y que reconocía inmediatamente como seres semejantes en su entorno social. Ella transformó mágicamente a estas personas corrientes en personajes notables en sus novelas y es esta capacidad de convertir incluso lo aparentemente mundano en una obra de arte, en lo que reside su genio literario.

En Orgullo y prejuicio, Jane Austen se detiene ampliamente en el concepto de “primeras impresiones” y en cómo las construcciones sociales, así como la conciencia de clase, desempeñan un papel a la hora de influir en la opinión que se tiene de los demás, así como en las relaciones que se forman y en los círculos sociales que se pretende mantener. La mayoría de estas relaciones que se basan en líneas de clase en contraposición a los lazos reales de persona a persona, se muestran como superfluas y huecas tal y como se representa a través de varios personajes de la novela como Lady Catherine de Bourgh, Caroline Bingley y otros. Se necesita el corazón y no la mente para romper las barreras sociales, para formar relaciones realmente significativas, para ir más allá de la artificialidad y reconocer el carácter, la naturaleza y el ser de uno mismo, como se representa en los personajes de Elizabeth Bennet y el señor Darcy. Esto es exactamente lo que Jane Austen trata en esta novela.

En este mundo cada vez más materialista e influido por las redes sociales, el mensaje de Orgullo y prejuicio tiene aún más relevancia. Las “primeras impresiones” rigen gran parte de lo que vemos y con lo que nos asociamos a lo largo del día. Nuestro alcance y conectividad son cada día mayores, y ello ha traído consigo pros y contras de los que merece la pena hablar. Por el lado bueno, los medios sociales nos ayudan a conectar unos con otros, a establecer contactos, a obtener información e incluso pueden utilizarse con fines educativos, pero también han sido la causa de nuestra desconexión mental con el mundo real, de una mayor vulnerabilidad en el plano digital y también una fuente de desinformación.

Al igual que la desinformación del Sr. Wickham lleva a Elizabeth Bennet a formarse suposiciones sobre el Sr. Darcy que pronto son desbaratadas por la Realidad, de forma similar, algunos contenidos con sus raíces en o procedentes de los medios sociales pueden ser una fuente de desinformación que puede mantenernos en un aprieto similar de engaño y superchería. En cierto modo, todos somos Elizabeth Bennet cuando no validamos la información que ingerimos de los medios sociales, que contribuye en gran medida a conformar nuestras opiniones sobre diversos temas y personas. Podemos convertirnos en Lydia Bennet cuando olvidamos que “no es oro todo lo que reluce”. Con todas sus prioridades superfluas y su falta de juicio y comprensión adecuados del mundo, Lydia Bennet se convierte en la imprudencia personificada, cuyas acciones siguen siendo motivo de gran preocupación y descontento en el seno de su familia. Todos podemos convertirnos en la Sra. Bennet cuando ponemos en peligro nuestra salud mental al centrarnos en opiniones y validaciones externas más que en los verdaderos valores que guían nuestras vidas. Rara vez podemos convertirnos también en el Sr. Bennet cuando no somos capaces de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, ya sea por exceso de indulgencia o por un desapego absoluto de nuestros sentidos y nuestro entorno.

La relación entre Elizabeth Bennet y el señor Darcy sirve de ejemplo a seguir y recordar en el sentido de que son capaces de atravesar y superar el espejismo del mundo social y reconocerse el uno al otro por lo que realmente son. Son capaces de desdibujarse mutuamente centrándose en el corazón, no en los ojos ni en la mente, sino en el corazón. Traspasan las barreras de la clase, las opiniones sociales, las suposiciones y de su propio orgullo y prejuicios para abrir sus corazones y apreciar la “humanidad” del otro, lo que conduce al nacimiento de sentimientos lo suficientemente fuertes como para establecer una relación significativa entre ellos mientras luchan constantemente contra los ojos huecos de la sociedad y acaban por vencerla.

Los medios sociales también tienen muchas ventajas que, bien utilizados, pueden abrir una variedad de oportunidades para explorar y aprender de ellos, pero, el truco está en no perderse en el mundo online, en desconectar el yo no de la vida real, (como hacen Kitty y Lydia) sino, de su imagen en una pantalla. Es importante tomarse un tiempo cada día para estar a solas con uno mismo y ser consciente del presente, de cada paso que se da, de las opiniones que se cultivan, de las relaciones que se entablan, de la información que se ha recopilado y de quién se es en realidad. Al igual que el señor Darcy y Elizabeth Bennet llegan a un acuerdo entre sí y también con su propio yo en la novela, es imperativo que sigamos su ejemplo por el bien de nuestro propio crecimiento en este mundo cada vez más entretenido. Es maravilloso cómo un poco de quietud puede acercarle a uno mismo.

Imagen de: Suranjali Seal

De ahí que Orgullo y prejuicio sea una lectura obligada en el siglo XXI. Las tramas y subtramas se entretejen hasta completarse y su belleza radica en que la novela no sólo pone de relieve las sempiternas locuras humanas de la manera más natural, sino que, a través de muchas palabras de sabiduría -en particular las que provienen de las hermanas Bennet-, trata de darles solución a todas ellas.

Por algo se considera un clásico.